El fraile que se enfrentó a Mao


     Seré mártir y volaré al cielo. Con estas sencillas palabras el franciscano pegolino Pascual Nadal Oltra se enfrentó hace setenta y seis años a una columna de soldados del ejército comunista que, huyendo del ejército regular se dirigían a la leprosería del valle tibetano de Mosimién. No quiso abandonar a los enfermos que cuidaba desde hacía cinco años, una grave actitud por la que fue conducido hasta el mismísimo Mao Tse Tung  arrestado y decapitado con una espada. En el valle de Mosimién se le recuerda todavía y se le venera como un santo.   

      Había nacido en Pego el 30 de octubre de 1884, haciéndose fraile franciscano el 1905. Estudió escultura en el taller de Fr. Ezequiel Mampel y Bellas Artes en Valencia y a los 21 años ingresó en la orden franciscana en el monasterio de Santo Espíritu del Monte en Gilet. Pronto quedó huérfano de padre, pero fue la enfermedad de su madre la que comenzó a guiar su destino. Ingresada en el sanatorio de Fontilles aquejada de lepra, Fray Pascual cuidó de ella hasta su muerte, lo que le marcó para siempre. Poco después, y sensibilizado por esta enfermedad, pidió a sus superiores formar parte de la primera comunidad que partiría hacia China para fundar una leprosería en el Tíbet.


Fray Pascual Nadal Oltra (Pego, España 1884- Leang Ho Kow, China 1935)

     Llegaban los fríos de Todos los Santos y “entre los despojos de las viejas murallas, dormía la Villa. El vetusto castillo del Ambra se llenaba de duendes que, bajo la luz de la luna jugaban al escondite por entre las ruinas de la antigua fortaleza. Los pórticos de los murallones del siglo XIV y los porches del ayuntamiento, cobijaban las inquietudes de un pueblo trabajador. Y se oía el ruido, persistente y cantarino, del agua del Pla de la Font.

      Una tarde polícroma otoñal dejaba los viñedos teñidos de mil tonalidades, mientras los algarrobos, siempre verdes, se habían desprendido de sus frutos y, salpicados de lunares negros, los olivos se balanceaban por Les Ambres, Mustalles, Mijanes… Los labriegos descansaban de la dura jornada, pero el matrimonio Nadal-Oltra permanecía despierto en espera de un gran acontecimiento familiar” (Fray José M. Barrachina Lapiedra. Fray Pascual Nadal y Oltra. Apóstol de los leprosos,  Mártir de China. Edita: Unión Misional Franciscana. Valencia, 1990, p. 7). Los crisantemos perfumaban el hogar en la casa contigua del Ayuntamiento, mientras los nervios no dejaban reposar al labrador Pascual Nadal y Garcia, calzado con alpargatas de esparto, se apretaba una y mil veces la faja y sacaba otras tantas el reloj del bolsillo del jupetí que vestía bajo la blusa valenciana, mientras escuchaba los gritos de su mujer Ana María Oltra, y entonces los gritos de la mujer se cambiaron por los sollozos del niño recién nacido, el noveno de la familia -cinco de los cuales murieron apenas nacidos- por lo que fue inmediatamente bautizado por el reverendo Cirilo Gilabert.
  




Eusebio Arnáiz Álvarez. Fray Pascual Nadal. Artista y Mártir. Valencia 1936

     Pasqualet tenía siete años cuando se construyó el nuevo convento de la Sagrada Familia (1891) en sustitución del viejo convento franciscano de 1664. Todos los vecinos cooperaban con su trabajo de albañiles improvisados, peones voluntarios, mujeres u niños, entre ellos el mismo Pasqualet. La desgracia llegó al hogar cuando el niño tenía once años y su padre murió de un accidente a consecuencia del disparo se un arma de fuego, quedando Pasqualet con cuatro hermanas y su madre. Los franciscanos le proporcionaron el consuelo que el adolescente necesitaba, descubriendo en el convento su vocación artística y religiosa.

      En 1911 su madre, Ana Maria Oltra Cardona, fue diagnosticada con la enfermedad de la lepra y fue ingresada en el recién construido sanatorio de Fontilles. Fray Pasqualet se trasladó a Pego para atender a su madre hasta su muerte acaecida en 1916.

      En los años 30 Pego tenía 8.398 habitantes, llegando el pueblo al máximo de producción de arroz, con unos 65.000 qm., nunca igualados. Pero la crisis económica mundial produjo un baja del precio y se redujo la producción entre 1931-1934 a 540 ha y 29.000 qm. (Josep Costa Mas. El procés històric de transformació i aprofitament de la Marjal de Pego. I Jornades d’Estudis “Carmel Giner Bolufer” de Pego i Les Valls. Actes 2004. Edt. Ajuntament de Pego, 2006,  p. 135).




Adecuación de los arrozales en el marjal pegolino

     Pego en los años 30 era el segundo pueblo más poblado de la Marina alta, después de Denia. Muchos pueblos habían perdido población debido a la emigración hacia Argelia, pero Pego, según J. Bonmatí, fue una de las pocas excepciones debido a su agricultura de regadío (BONMATÍ ANTÓN, J., La emigración Alicantina a Argelia. Ed. Universitat d’Alacant, Alacant).
       Su población activa en 1930 era del 35’66%, de estos el 74% se dedicaba al sector primario, el 4% al secundario y el 19% al terciario (Teresa Ballester Artigues. La Segona República a Pego... p. 25). Solo encontramos industrias de consumo local, industrias familiares o artesanales, que apenas emplean mano de obra: 9 factorías de aceite, 9 de arroz, 5 de carros, 2 de ataúdes, 2 de baldosas hidráulicas, 2 de muebles, 1 de gaseosas, 1 de turrones y 1 de azúcar (Anuario Regional de industria, comercio, agricultura, profesiones arte y turismo de Levante, 1931).
       Estaban instalados en Pego el Banco de Valencia y el Banco Español de Crédito. Hay que tener en cuenta que en 1930 en la Marina alta sólo existían ocho entidades bancarias: Denia tenía tres, Benissa dos y Pedreguer una. 



Celebración multitudinaria del 1 de mayo en 1932, Plaza del Mayorazgo. Al fondo el local de los socialistas antes de la construcción dela Casa del Poble al Pla de la Font. Fuente Teresa Ballester Artigues. La Segona República a Pego...

      Pego había sido pionero en la comarca en las plantaciones de naranjos (Costa Más J. 1977, p. 316 i ss.) y las tierras de regadío, entre 1908 y 1912, alcanzaban el 31% de las tierras cultivadas (Bonmatí Antón, J. 1988, p. 167). La producción de pasas era inexistente. En 1933 se instalan las aguas potables en la población, utilizándose parte de las instalaciones para ampliar la zona de regadío, construyendo canales para regar las huertas. En 1936 Pego contaba con 12.000 hanegadas de regadío, muchas dedicadas a los naranjos y, además, tenía 13 almacenes para la comercialización de la naranja (Costa Más, J, 1977, p. 317). 



Canal de riego en Mostalla, al fondo chimenea del motor de la bomba de extracción de agua
      Sin embargo, el 1933 entra en crisis la producción de naranja produciendo estragos económicos en la dependiente economía pegolina.  Una comisión de pegolinos en abril de ese año se desplazan a Madrid para pedir ayuda, en ella estaban integradas la Unió Agrícola (Eduardo Sendra Guitart), Ajuntament (Rafael Cardona), Centre Republicà Radical (Valeriano Miralles) y por los exportadores Eduardo Sala y Carlos Ortolà. Desconozco los resultados de las negociaciones.
      La crisis se agravó por las fuertes heladas, que dieron como resultado más de 1.500.000 pesetas de pérdidas, es decir, unos 187.500 € actuales. Cálculo realizado teniendo en cuenta que 1 pts. de la República era igual a 20 pesetas antes de la introducción del euro.  Por lo tanto, 1 € igual a 8 pesetas de la República (REIG TAPIA, ALBERTO. Anti Moa. Ediciones B, Barcelona. P. 201, 2006). La naranja se vende a precios muy bajos, lo que causa malestar entre los pequeños agricultores. De nuevo el año 1935 las heladas producen daños valorados en 1.800.00 pesetas de naranjas y 1.200.000 pesetas los daños ocasionados a los naranjos (según comunicó el Consell Municipal a la Comissió Tarongera de Llevant, Llibre d’Actes del AMP de 8-3-1935). La crisis provoca una fuerte conflictividad entre los patronos y los jornaleros agrícolas, llegando a producirse un herido leve, teniendo que intervenir el alcalde para llegar a un acuerdo sobre el salario que se tenía que cobrar: una solución provisional. 



Noticia sobre Fray Pascual Nadal. ABC  Lunes, 4 de diciembre de 2006

      A pesar de ello, mientras Fray Pasqualet madura su personalidad, se inician una serie de mejoras urbanas con la construcción de aceras, la instalación del agua potable, del alcantarillado y mejoras en la compañía telefónica. Un bando de la alcaldía prohíbe que se tienda la ropa al sol en la calle, ya que, según las autoridades, los días de fiesta constituían un verdadero abuso al interrumpir el paso por la calle. Se inicia la construcción de un paseo en la plaza de la Llibertat (Plà de la Font) y se derriba el pòsit para ampliar esta plaza. También se amplían calles como la de Jaime Vera (Sant Jaume) con el derribo de la almazara propiedad del ayuntamiento.



Pòsit al Pla de la Font
       En el verano de 1927 el P. Francisco Forteza Valls cae gravemente enfermo. Había sido guardián, secretario provincial y definidor de los franciscanos. Para atenderle se encarga a Fray Pascual Nadal por su probada madurez espiritual.

       “El P. Forteza, mallorquín, era víctima de una enfermedad cutánea muy semejante a la lepra y en extremo repugnante. Quizás por ello encargaron a Fray Pascual los cuidados del enfermo; por su delicadeza en el trato y, especialmente, por la experiencia adquirida en el cuidado de la enfermedad de su propia madre.

      Del cuerpo del enfermo se desprendía un hedor insoportable; su rostro se hallaba desfigurado de tal manera, que ni siquiera se distinguían las facciones humanas, Imposible apoyar aquella cabeza distorsionada en almohada alguna. Sólo mediante tirantes, fijos a los pies del lecho, podía reposar.

      Fray Pascual cuidaba al enfermo día y noche, a pesar de que el calor del verano aumentaba considerablemente la repulsiva pestilencia. Le hacía curas, le daba alimento, le limpiaba el cuerpo y la ropa, velaba su sueño… y lo hacía “con cario y solicitud que no lo mostrara mayor con su propia madre, con quererla tanto”, como atestigua el P. Gonzalo Valls” (Fray José M. Barrachina Lapiedra, op. cit. pp. 25 y 26)

      El P. Forteza murió en enero de 1928. Estas muertes marcaron para siempre al fraile pegolino. Poco después,  pidió a sus superiores formar parte de la primera comunidad que partiría hacia China para fundar una leprosería en el Tíbet.  En el mes de noviembre de 1928, desde Roma, partió hacia Extremo Oriente con la bendición personal del papa Pio XI.

      No era el primer franciscano nacido en Pego que lo hacía. Ya en el siglo XVII había trabajado allá de misionero el Venerable Fray Francisco Peris Ruiz de Medina, quien llegó a tierras de China el 17 de noviembre de 1876, dejando cristiana huella en la provincia de Shang-tung, como dice Fray José M. Barrachina, Los Franciscanos en Pego, 1986, pp.45-74.



Mapa del centro de China, donde se sitúa Mosimien

      A medida que se alejaba de Europa veía, allá en la lontananza, la leprosería de Mosimién con los enfermos que le aguardaban en aquel valle, tan lejano, donde el viento gélido acariciaba la nieve de las altas montañas tibetanas. Fray Pascual no viajaba sólo, le acompañaba el franciscano holandés Cipriano Graaf, con el que apenas se entendía hablando italiano.

      El barco llegó al puerto de Shangai en pleno invierno, adentrándose por aquel enorme puerto de treinta y seis kilómetros de longitud. Embarcaciones de diversos tipos llenaban ambas márgenes del puerto fluvial y marítimo Shangai era una de las mas cosmopolitas ciudades del mundo y la mayor de China. Allí estaba, en el delta del río Yang-tsé, contemplando un mundo desconocido para él. El viaje continuó por ferrocarril, internándose en la gran China, haciendo escala en la ciudad de Tientsin, a orillas del río Hai Ho. Fray Pascual abandonó las murallas de Tientsin y llego a Luanfú, la primera ciudad China donde ejerció como misionero, llegando el 14 de enero de 1929. “Viajando a través de montañas, cruzando ríos y ciudades, con muchas dificultades, llegó en los primeros meses del año 1930 (Fray Victor Canet Esteve. Un ejemplo a imitar. Llibre de Festes, Pego 1977) a la leprosería del valle tibetano de Mosimién (Moshimien, Mo-hsi-mien en la provincia de Sichuan el 21 de marzo de 1930).



Shangai en 1930

      Su amigo el P. Fray Gonzalo Valls, profesor en el Antonianum de Roma, conservó una carta que le envió Fray Pascual. Dice así:

     “Apreciable Padre: Por fin llegaron estas mal trazadas letras (…) En Carachi fuimos a ver el Colegio de los Padres Jesuitas y vimos a su hermano, de lo que me alegré mucho. En Colombo fuimos al Hospital a ver a nuestras Hermanas Misioneras de María (…) y en eso llegamos a Shanghai. Y entre la llegada y algunas impresiones no muy agradables, lo dilaté para más adelante. Continué el viaje, y al llegar a Tientsin encontré un Padre español de los Paules (…) Respecto a mi destino -no se entendía muy bien con los italianos-, tan pronto como llegué a China y manifesté el fin de mi llegada, me dijeron que no había tal leprosería, ni esperanzas de fundarse. Y al llegar a Luanfú y manifestar la obediencia al señor Obispo se echó a reír, demostrando lo mismo” (Fray José M. Barrachina Lapiedra, op. cit. pp. 33 y 34).



Viaje de Fay Pascual y su estancia en Karachi y Colombo (Sri Lanka)

     En Luanfú (Shansí, Scian-Si Meridional), cerca de la frontera mongola, se quedaría el holandés Cipriano de Graaf, mientras que el pegolino deseaba llegar al Tíbet. La misión holandesa  -pertenencientes a la Provincia franciscana de los Santos Mártires Gorconienses, de Holanda- los acogió con gran alegría, Cirpiano de Graaf, natural de Rotterdam tenía 32 años y Fray Pascualet 44 años. Como no hablaba holandés y su misión era de paso se limitó a callar, orar y laborar, silencia y trabajo que había aprendido en su noviciado. Los frailes holandeses se alegraron de tener otro misionero valenciano, pues conservaban grato recuerdo del P. Fray Aurelio Maiques Oltra, natural de Alcocer de Planes, que fue cruelmente asesinado en Tao-li-tsun. 



En Luanfú (Shansí, Scian-Si Meridional), cerca de la frontera mongola, se quedaría el holandés Cipriano de Graaf, mientras que el pegolino deseaba llegar al Tíbet

    Fray Pascualet abandonó Luanfú y navegó río arriba por el Yan-Tse-Kiang o río Azul, el más largo y caudaloso de los tres grandes ríos de China. No entendía el idioma ni las costumbres de los nativos. Por eso el pequeño fraile se limitaba a orar y observar. A los holandeses les preocupaba la salud de fray Pascual, pues lo veían pequeño, flaco, inapetente y con pocas fuerzas físicas. Tras un mes de esfuerzos por parte del obispo Timmer de alimentar al fraile pegolino, Monseñor llegó a la conclusión de que se encontraba ante un hombre austero: un auténtico asceta, encarándose con la misión holandesa les dijo: “Fray Pascual es un alcantarino. No se asusten”.



Yan-Tse-Kiang

      En noviembre de 1929 -después de pasar diez meses entre los holandeses- llegó a Yenan (Guangdong), también llamada Yan ‘an, en la provincia del Shensi, a orillas del río Hoang-Ho, donde fue atendido por el misionero P. Mechelen, llenándole las alforjas con bollos, azúcar, mantequilla, dulces, queso y frutas..  Siendo de madrugada, antes de salir el sol, partió guiado por un guía, un arriero cristiano que gozaba de la plena confianza del P. Van Mechelen, camino de la leprosería de Mosimién. Según contó después el carretero, el primer día de viaje Fray Pasqualet distribuyó casi todos sus alimentos entre los pobres del camino, observando que el “¡Hermano no comía nada!”. Tras una semana de viaje por caminos llenos de barro y noches frías, Fray Pascual y el carretero llegaron a Sian, capital del Shensi, una vieja ciudad amurallada. Allí despidió al carretero y continuó su camino con ferrocarril, permaneciendo durante tres días en el mismo asiento. Se embarco remontando el río Yang-Tse Kiang, en un viaje que duró una semana, contemplando las nevadas cumbres tibetanas. Descansó en Chungking, confluencia de los ríos Kialing con el Yan-Tse y realizó un trasbordo a una nave más pequeña que fuera capaz de navegar río arriba, llegando a Sui Fuu, llamada también Ipin. El obispo de Sui Fuu, Monseñor Ranaul, le hospedó en su residencia.



      Habiendo descansado prosiguió su largo viaje a borde de un modesto junco al que los chinos llaman “chun”, el cual avanzó por  congostos arrastrados por hombres, tardando una semana en llegar a Loshan, que algunos llaman Kiating, en la provincia central de Sichuan, situada en plena cordillera de Ta-Liang-Shan, cubierta de nieves eternas y famosa por su colosal estatua de Buda de 120 m. de altura. Aquí comenzaba el Tibet y el fraile fue montado en un palanquín de montaña, una silla con andas que se internaba por la famosa ruta del té. Los bártulos eran portados por unos mozos en las pingas, o perchas que llevaban la carga colgada de las extremidades del palo. Nueve días necesitaron para atravesar la primera cordillera y llegar a la ciudad de Tatsienlu, o Kangting de Sikang, a 2.400 metros sobre el nivel del mar y sede del obispo de Tibet. Fray Pascualet pasó por debajo de las cumbres del Ta Hian Lin y Fei Yuen Lin, divisando en la lejanía el pico de Minya Konka (7.696 m). Fray Pascual Nadal sabía que detrás del Mynia Konka estaba su estación término. Mientras ascendía por el camino oía el ruido persistente de las aguas, como cataratas que corrían ansiosas y burbujeantes en busca de la cuenca del río Ta Tun y, allí detrás, el ansiado valle de Mosimién. Recién estrenado el año 1930 se encontró con la última montaña que había que flanquear. Y al fin, tras catorce menes de peregrinar, el misionero pegolino llegaba al lazareto de Mosimién.



Viaje hacia el interior de la China de Fray Pascual Nadal



      A sus pies se encontraba un valle encantador, una altiplanicie de unos 15 kilómetros de longitud, rodeados por torrentes salidos de las altas crestas montañosas La temperatura era agradable y suave. Fray Pascual se encontró con un caserón viejo y ruinoso; en realidad, la leprosería de Mosimién no era más que un proyecto que comenzaba a caminar, a tres kilómetros de la población de Otang-Tsde, con una feligresía que no llegaba a los mil cristianos. Para llevar a cabo el proyecto se buscó a un hombre experimento el fraile italiano P. Plácido Albiero, quedando constituida la primera comunidad de Mosimién en enero de 1930 con el P. Guardián Fr. Plácido Albiero, el P. Fr. Bernarbé Lafond, Fray José Andreatta, enfermero, y  Fray Pascual Nadal y Oltra.




    Fray Pascual, conocedor de Fontilles, tomó parte directa en la construcción de los pabellones, salas de cura, enfermerías especiales para los casos más graves… A Fray Pascual se le antojaba que vivía en Rivotorto en los comienzos del franciscanismo. Le correspondió la más inhóspita de las habitaciones, la orientada hacia el Norte, fría y húmeda; un camastro con tablas y una mesita escritorio. En contraste con la austeridad del dormitorio, construyeron una iglesia muy luminosa y acogedora. Se dedicó a curar a los enfermos con gran amor, ganándose la simpatía de los chinos, que le conocían como el Hermano Luk (arcilla) es decir, el Hermano Escultor. Tuvo que acabar con las prácticas salvajes de la zona que consistían en quemar o enterrar vivos a los leprosos, consiguiendo dar refugio a numerosos leprosos de la zona.


Parroquia de Mosimien

     En mayo de 1835 se produjo la “Gran Marcha” del Ejército Rojo que intentaban agruparse lejos del ejército nacionalista de Chiang Kai-Shek, buscando el apoyo de la U.R.S.S. “Un accidente geográfico obligó a las tropas comunistas de Mao Tse Tung a dar un rodeo. El río Ta-Tum era un obstáculo. Se tenía que pasar forzosamente por el valle de Mosimién para poder llegar al puente de las cadenas de hierro, de Luting. La maneza se cernía sobre la leprosería y sus habitantes. La columna comunista del Ejército Rojo Central estaba comandada po el propio  Mao Tse Tung” (Fray José M. Barrachina Lapiedra. Fray Pascual Nadal y Oltra. Apóstol de los leprosos,  Mártir de China. Edita: Unión Misional Frniscna. Valencia, 1990, p. 80).



A.E. Pratt (derecha) en el campamento de Mosimien (Moximian) c.75 km  al sur de Tatsienlu


     El 26 de junio aparecieron las primeras columnas comunistas por las altas crestas y antes del mediodía ocupaban «El Pedroso de Mosimien». Faltaba Fray Pascual. Id a llamar a Fray Pascual en nombre de la santa obediencia. Se halla esculpiendo la estatua de la Madonna. Fray Pascual dejó el cincel y echando una postrer mirada a la imagen de María con el Divino Niño en brazos, se fue camino del martirio.



Terreno y restos del leprosario de Mosimien

       Ante la inminente llegada de los comunistas, muchos de los franciscanos abandonaron la leprosería, pero Fray Pascual se quedó diciendo: "Si los comunistas son mis hermanos, ¿por qué he de huir de ellos? Yo también los amo y, de matarme, me rendirían el mayor de los servicios. ¡Seré mártir y volaré al cielo!", relató el franciscano valenciano José Miguel Barrachina Lapiedra, autor del libro "Fray Pascual Nadal y Oltra. Apóstol de los leprosos, mártir de China" (Valencia: Unión Misional Franciscana, 1990. ISBN 84-404-8209-4). Fue conducido hasta el mismísimo Mao tse tung, quien decretó su encarcelamiento, pero ordenando que se respetaran sus vidas.



Encuentro con leprosos todavía habitantes del leprosorio

     Pocos días antes de la fiesta de Navidad de aquel mismo año de 1935 (Fray José M. Barrachina Lapiedra, Los Franciscanos en Pego, Ajuntament de Pego, Petra, Mallorca, 1984, p. 206), los franciscanos fueron conducidos ante Mao quien tras interrogarles liberó a cinco de ellos, pero hizo prisionero a «fray Pascualet» y a su amigo italiano Epifanio Pegoraro, nacido en Montecchio Maggiore. Los soldados chinos entraron en la residencia, "la saquearon, detuvieron a los religiosos y muchos de los leprosos trataron de defenderlos, pero dispararon contra los propios enfermos".  A continuación, los franciscanos fueron llevados ante Mao Tse Tung y, días  después, el 4 de diciembre de 1935 un oficial se dirigió a la aldea de Leang Ho Kow, donde estaban apresados los dos franciscanos, y les "decapitó con una espada". Varios vecinos fueron "testigos desde sus casas" de la ejecución y uno de ellos enterró los cuerpos, afirmó Barrachina.



El valle de Tatsienlu (Kangding), fotografiado en1890 por A.E. Pratt

      Veamos como lo cuenta Eusebio Arnaiz, C. Ss. R. Leprosería de Mosimien. 8 de agosto de 1940, en Franciscanos de Valencia:

      “El cautiverio de los dos franciscanos fue duro, por lo que contaron testigos oculares. En la ciudad de Mong Kung, a unes 240 kilómetros al norte de Mosimien, los pocos cristianos no evadidos contemplaron un día al P. Pegoraro y al Hermano Pascual entrar en la desierta iglesia, de la que salieron después de orar largo rato. Caminaban despacio, descalzos, barba y cabello descuidados y sucios, ambos muy demacrados, máxime el Hno. Pascual, que parecía arrastrarse. Caminaban escoltados, pero no atados. Poco más sabemos de su larga pasión. El Padre Pegoraro prestó sus servicios como intérprete, pues era eminente políglota. Se supone que ambos hicieron de enfermeros.

      El otoño en aquellos parajes es durísimo. El jefe de un destacamento de jóvenes comunistas disponía ahora de los cautivos. Cruel y animado de odio antirreligioso, buscaba cómo acabar con ellos, pero no ignoraba que Mao Tse Tung los protegía y en modo alguno quería matarlos. Aprovechando la confusión del avance hacia el nordeste, el jefecillo de marras hallóse solo con su columna, a unos 400 kilómetros al norte de Mosimien, en el paraje denominado "Confluencia de los dos Torrentes" Leang Ho Kow (Fupien), un valle de Hsiao-chin. Existe allí un reducido poblado, en frente del cual los decapitó, en presencia de algunos curiosos. Un piquete los condujo a la orilla del torrente. Fray Pascual cayó el primero de rodillas y un soldado le cortó la cabeza con vieja cimitarra. Rodó el venerable y sangriento despojo al torrente y lo arrastró cosa de 200 metros, quedando luego en la orilla. A continuación fue decapitado el Padre Epifanio Pegoraro: su cabeza, con todo, no cayó al torrente.

     Cuando hubieron desaparecido los últimos comunistas de la comarca, un sexagenario chino, que presenció el martirio, recogió la cabeza del Hermano Pascual y junto con su cuerpo le dio sepultura, formando, a la usanza china, un pequeño túmulo de tierra. En la misma forma y por separado enterró al P. Pegoraro al lado de Fray Pascual”.

      Fray Victor Canet Esteve, Un ejemplo a imitar (Llibre de Festes, Pego 1977), afirma que fue en 1936 “junto al rio que pasa por el pueblo de Leang Ho Kow, le cortaron la cabeza con una espada (…) que rodó por el suelo hasta las aguas del rio, deteniéndose a unos pasos del lugar del martirio”) un oficial se dirigió a la aldea de Leang Ho Kow, donde permanecían apresados los dos franciscanos, y les decapitó con una espada ante la mirada atónita de varios vecinos. “… Una voz de mando, como un rugido, rompió el silencio sacro de las altas cumbres. Todos se detuvieron. La mirada furibunda del colérico oficial, se clavó en la pupila brillante y limpia de los pequeños y hundidos ojos de Fray Pascual Nadal. El misionero nacido en Pego se puso de rodillas, Con los brazos abiertos, en actitud suplicante, el fraile valenciano miró hacial el cielo azul. El jefe comunista desenvainó su corva espada y, rompiendo el frío aire, blandió su arma sobre el misionero. La cabeza fue cortada de cuajo” (Fray José M. Barrachina Lapiedra, op. cit. P. 112)




 Calle y Puerta Sur de Tatsienlu, fotografiadas en1890 por A.E. Pratt
Ciudad de Tatsienlu - Dajianlu a 75 km al sur del Valle de Mosimien

       El vicepostulador para la causa de los santos de los franciscanos en Valencia, P. Benjamín Agulló, informa que actualmente se investiga el martirio de Fray Pascual Nadal, decapitado luego de ser interrogado por el líder comunista Mao Tse Tung. A pesar de los años que han pasado desde su muerte, "en la zona tuvo y sigue teniendo fama de santidad".

      En 1986, las localidades natales de 'fray Pascualet" y del fraile italiano, Pego y Montecchio Maggiore, comenzaron a intercambiarse "visitas de hermanamiento". Además, en el convento franciscano de Pego se conserva un retrato de su vecino de cerámica, un busto en terracota, la pila en la que fue bautizado y una escultura que lo representa abrazando a su madre.


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