Las Sociedades Secretas

Introducción

      Hablar de una materia tan esotérica, cuyos defensores salvaguardan con la pasión del alma y de la fe, más que con el empleo de la razón y la lógica,  resulta difícil para el historiador, que puede caer en la tentación de mandar estas patrañas al Más Allá de donde surgieron. Efectivamente, intentar comprender la lógica de la metafísica es algo que las matemáticas justificarían, pero que es algo inaceptable para la ciencia, la cual no niega que los razonamientos metafísicos sean lógicos, propios del pensamiento humano, el cual no se corresponde con la lógica real, la del mundo físico y químico en el que vivimos.
  

     Por eso, querido lector del blog, te pido tu indulgencia para con estas gentes, llamados ocultistas, que se creen depositarios de un saber que viene de antes de la existencia de la misma Humanidad. Si quieres, puedes pensar que lo han traído los extraterrestres y acertarás, ya que muchos de ellos defienden estas ideas, aunque la mayoría dicen que el saber, el conocimiento esotérico, procede del mundo espiritual, donde se almacena en una especie de éter o plasma que contiene los originales incorruptos de todas las cosas materiales, putrefactas e impuras que hay en el universo, incluida nuestra tierra y nosotros mismos, que afortunadamente –según ellos- participamos de lo divino gracias a nuestra alma espiritual.



El campo o el registro Akásico es una especie de disco duro dónde están almacenados todos los acontecimientos des del principio del Universo. Es el contenedor de la Verdad Absoluta, al que puedes conectarte y extraer de allí toda la información relativa a nuestro Universo. Vamos, como el Google o la Wikipedia de los ocultistas.

      No sé si seré capaz de continuar el camino ahora iniciado, pues como me suele ocurrir a menudo, a los pocos días de haber empezado una tarea suelo abandonarla por aburrimiento, o porque descubro una cosa que atrae más mi curiosidad innata e indomable, que tiene la culpa de mi inconstancia en todo lo que hago. Y una prueba material de mi desidia es el presente blog, un compendio de todas las cosas inútiles, banales y fútiles que atraen mi atención, impidiendo que me concentre en las cosas serias de las que suelen tratar los hombres.

    Con la convicción de que no acabaré lo comenzado, te ruego que no pierdas el tiempo con la lectura del presente estudio, pero si decides hacerlo -como precalentamiento-, lee lo que a continuación viene e intenta sólo intuir su significado: no pretendas saber cuál es su mensaje, pues carece de ambos y tan sólo son una ristra de palabras y oraciones puestas a continuación unas de las otras.




     En sus comienzos el Cristianismo propugnaba el amor y la sumisión. Los sacerdotes perdonaban sin confesión, bastando la sola presencia en la iglesia para conseguir el perdón y la comunión con Dios. Pero después de convertirse en la única y más poderosa religión europea, dejó de tolerar algunas disidencias, atacando duramente a los herejes y la Brujería, abandonando el mensaje de amor por el de castigo y represión. El primitivo Reino del Amor que predicaron los primeros padres de la Iglesia se tambaleaba.

    Bueno… esto debería comenzar más o menos así:

         Al principio del mundo dominaba el Reino del Amor, al que le sucedió el Reino del dios Soberano, un héroe sin piedad, que hacía el Bien y el Mal según le dictaba su capricho. Antes, dios era el Libertador que sustraía al hombre del imperativo de las leyes, los dogmas y los rituales.


     Un poco más tarde… en el siglo XI se observa un rechazo ante la todopoderosa y rica Iglesia, que se traduce en una vuelta al culto de la Virgen (Glaber o Ibn Sin) en Occidente, y en  Oriente al renacimiento del jainismo (diosa Gomateçvara). Por otra parte vemos un renacer de las creencias pre solares y los cultos demoniacos. Las sectas milenaristas pululan por toda Europa.  



Paz Vega rezándole a la Virgen de la Encarnación en Gerena (Sevilla)

    En los siglos XI y XII dos tendencias se reparten el mundo. La primera la nostalgia del Soberano, en tanto que dios de Fuego, y la segunda la espera mesiánica de un Salvador que amparará a la humanidad y resucitará en un dios futuro.

     A finales del siglo XIII se producen una serie de malas cosechas y pestes que diezman la población, al mismo tiempo que los turcos invaden el oriente próximo y Europa con éxito. El dios de los musulmanes parece superior al dios cristiano, que no hace nada por sus creyentes. Muchos cristianos clamarán por el regreso de un dios combatiente, de un guerrero que los salve, mientras que el estatus oficial de la Iglesia continúa predicando un dios del amor. Muchos místicos se refugian en la meditación y en la plegaria para poder superar la ansiedad que les produce esta situación. 




Las sociedades secretas: sistemas y clasificaciones 

      Podemos observar dos posturas según se esté a favor o en contra de estas sociedades. Para los que están en contra de las sectas y sociedades secretas, éstas constituyen una dolencia de la Humanidad; el vestigio anacrónico de épocas pasadas, la supervivencia morbosa de supersticiones arquetípicas, que se supone fueron las que tuvieron nuestros antepasados aterrorizados por el rayo o la noche. Los fundamentos de las sociedades secretas se hallaban en la creencia en los fenómenos mágicos o totémicos, es decir, en las supersticiones.

      Los que estaban a favor tenían una visión ocultista del universo, sus creencias no surgían de la razón, eran unos convencidos, unos seres bajo la influencia de una fe ciega en la existencia de un mundo más allá del real, al que tachaban de efímero y perecedero, frente al mundo metafísico, ideal y del espíritu inmortal.





Propagande de un DVD sobre Sociedades Secretas. Fuente: zonadvd.com

      El historiador Hecherthorn en “The Secret societies of all ages and countries” (1975) clasifica las sociedades secretas en dos grupos.

      a). Sociedades para iniciados.- Su existencia es conocida públicamente y lo único que se mantiene en secreto son los ritos de los iniciados.

      b). Sociedades revolucionarias.- Son sociedades políticas que se esconden para librarse de las presiones o la persecución de los poderes políticos. 

     Más o menos la misma clasificación realiza A. Lantoine en Histoire de la Franc-Magonnerie Frangaise (1935), distinguiendo entre sociedades secretas políticas y sociedades secretas iniciáticas.

   a). Sociedades secretas políticas. Son asociaciones que tratan de disimular su actividad, o al menos el nombre de sus miembros, cuya acción se ejecuta al margen de los organismos oficiales (es el caso de sociedades con fines justicieros), o contra el poder existente (son las sociedades políticas propiamente dichas.) Lo que caracteriza a tales grupos, por más organizados y jerarquizados  que estén, es su duración limitada. Lantoine dijo al respecto: “Una sociedad secreta solo dura si su objetivo domina los tiempos. Si el objetivo es político, se extingue forzosamente con la causa que la  hizo nacer.”

      b). Sociedades secretas iniciáticas. Estas sociedades no intentan, en modo alguno, disimular su existencia (salvo cuando se las persiguen), sus leyes, historia, lugares de reunión, doctrinas, y hasta los nombres de sus adherentes, no son un misterio para nadie. Esas agrupaciones sólo guardan verdaderamente secretas sus ceremonias, a las cuales no pueden asistir los profanos y los signos de reconocimiento, que permiten a los iniciados reconocerse entre sí. Lo que las diferencia de una simple sociedad cerrada es que esas organizaciones confieren a sus afiliados una iniciación, tienen ritos más o menos complicados y celebran una especie de culto. 




      Otro estudioso, Jean Servier, en Diccionario crítico de esoterismo (1998) distingue entre:

      a). Sociedades  utópicas.- Preparan el advenimiento de un nuevo orden social. Mantienen la creencia en la llegada de una sociedad en la que domine la Igualdad y la Fraternidad. El autor se olvida de la existencia de sociedades no religiosas, sino políticas, que proponen los mismos fines en el plano social, únicamente.

      b). Sociedades mesiánicas.- Esperan la llegada de un nuevo dios que les traiga la dicha, la paz o la armonía social.

      También son muchas las clasificaciones que se han hecho atendiendo únicamente a los ritos de iniciación que utiliza cada sociedad.  Así Roger Caillois en El hombre y lo sagrado (1939) distingue entre ritos sagrados de respeto social y ritos sagrados de transgresión; Mirecea Eliade en Historia de las creencias y las ideas religiosas (1978) distingue entre sociedades de iniciación individual y militar, y sociedades con ritos de renovación (del tiempo, de la vida).



     Serge Hutin afirma que no todas las agrupaciones que se ocultan son sociedades secretas. Tenemos los ejemplos de los miembros de ciertas organizaciones, que están muy lejos de ser clandestinas en tiempo normal, pero cuando se producen cambios políticos se ven obligados a esconderse para evitar las persecuciones, como los cristianos en el Imperio Romano, los protestantes franceses después de la revocación del Edicto de Nantes, etc. Por otra parte, todas las organizaciones de tipo oficial o gubernamental consideradas a veces como sociedades secretas, no son objeto de estudio en la presente entrada del blog, así la Inquisición, con su temible presencia y sus múltiples espías y afiliados, no constituía una sociedad secreta, aun cuando la actividad de algunos de sus miembros fuese clandestina y misteriosa.

      Según G. Persigout, citado por Serge Hutin en Las Sociedades Secretas, hay que distinguir entre iniciaciones de purificación que buscan el Bien y la Perfección, de iluminación que pretenden el conocimiento global del mundo e iniciaciones de reintegración que buscan el regreso al Edén o Edad de Oro perdidas.




       Por su parte, Jean-Charles Pichon, en Histoire universelle des sectes et des sociétés secrètes (1976) distingue entre tres tipos:

  1. Sociedades de Purificación.- Pretenden la purificación de los neófitos que son considerados como reflejos o imágenes de la Divinidad. Son sectas de amistad o fraternidad y sus enseñanzas descansan sobre un sistema dualista de lo puro-impuro, amor-egoísmo…

  1. Sociedades de Sumisión.- Pretenden imponer a los neófitos, considerados como miembros de una familia, las nociones de respeto –dentro del círculo- y de prohibiciones fuera del mismo. El signo impreso en la carne (circuncisión, incisión…) simbolizan la unión del individuo con la comunidad.

  1. Sociedades que tienden a la Transgresión de lo humano y al regreso a una Edad de Oro desaparecida. Pretenden reintegrar al hombre todas sus facultades perdidas que le hacen alcanzar la sabiduría. Enseñan a superar el deseo, el miedo…, es decir, todo lo humano. Pretenden conseguirlo mediante la danza, el erotismo y las drogas. 



      Esta clasificación concuerda con una de las creencias constantes de la Humanidad, la división del mundo y de la divinidad en tres partes, lo que se denomina la Gran Triada, tres maneras posibles de enfocar la realidad, tres conceptos que el hombre puede investigar: el pensamiento propio, el modelo divino o la realidad material. El mundo de la razón o de la sabiduría, el mundo de las buenas acciones y el de la fe. Para Platón la Verdad, el Bien y la Belleza; para el sufí Bastami el Yo, Tu, El; para los escolásticos el Intelecto, el Alma y el Instinto.

       Los sectarios de los diversos tiempos y países han pretendido a menudo elegir entre estas tres maneras posibles de enfocar lo real, el mundo, convirtiendo una de ellas en el origen primero o el fin de las otras dos. 




Platón

      Llegados a este punto veamos como Jean-Charles Pichon – una especie de místico que nos habla de etapas o Reinos por los que pasan todas las religiones y culturas, como hemos visto en la introducción- define las sociedades secretas: “Consideramos como sociedad secreta toda asociación o tendencia común que tengan por objeto suscitar una sociedad humana nueva y cuyos métodos o creencias se mantengan ocultos, escondidos a todos los extraños a la secta”.

     Con esta definición excluimos las religiones, porque no mantienen en secreto sus prácticas y creencias. También excluimos los individuos aislados, como los profetas, visionarios o iniciados, aunque algunos hayan sido el origen de una secta, como ciertas sectas han dado origen a una religión. Para terminar, también podremos  clasificar a las sociedades secretas atendiendo al tipo de secreto que resguardan que puede ser doctrinario o religioso y de tipo práctico o político, o a los fines que promueven ya sea el Bien (practican la virtud, la compasión y la igualdad), la Verdad (practican la ciencia y la justicia) o la Armonía (procuran el vencimiento de uno mismo, el heroísmo, la obra colectiva).
     
      La iniciación

      Podemos definir la iniciación como el proceso destinado a realizar psicológicamente en el individuo el paso de un estado reputado inferior del ser a un estado superior (la transformación del “profano” en “iniciado”) el cual mediante una serie de actos simbólicos y de pruebas morales y físicas, trata de dar al individuo la sensación de que “muere” para “renacer” en una vida nueva. Esta “muerte” y “segundo nacimiento” nos recuerda el simbolismo del bautismo cristiano por inmersión.

     La introducción en un mundo superior, en un estado psíquico más perfecto que el estado profano. En el límite, la iniciación llegaría a ser una verdadera deificación, su fin sería entonces conducir al individuo más allá de todo estado material.  Según René Guenón todo individuo lleva en su interior la posibilidad de superar su individualismo y fundirse con el Todo, al igual que los ritos de paso en las sociedades primitivas realizan la mutación de la infancia en la edad adulta, pues el adulto está en potencia en el niño, como lo está el superar nuestra individualidad material y temporal. 
  



Ceremonia de iniciación masónica. Fuente: Masones Hoy

     Es necesario que el profano, para poder ser iniciado, tenga ciertas disposiciones o aptitudes naturales sin las cuales los ritos serían letra muerta. Pero el individuo no puede iniciarse a sí mismo, alguien lo tiene que poner en el camino. En esto el iniciado se distingue del místico, que muy a menudo es un aislado, un irregular.

     El individuo no puede ser iniciado más que por una organización iniciática (de ahí el carácter social de la iniciación) Sin embargo, en la mayoría de los casos, la organización no enseña al afiliado una doctrina, sino que se limita a transmitirle su influencia espiritual. Los adeptos creen en el carácter incomunicable al profano de la iniciación, pues piensa que el iniciado ha de tener las condiciones para alcanzar ciertos estados interiores, para lo cual puede obtener desde fuera ayuda, un apoyo, que facilitan muchísimo el trabajo que se ha de cumplir, y también una fiscalización que aparta los obstáculos y los peligros que pueden presentarse. La iniciación no se aprende, se experimente, escribía Aristóteles hablando de los Misterios de Eleusis.




Misterios de Eleusis

      En los Misterios no se aprendía una doctrina secreta, sino que se experimentaban sentimientos. El secreto iniciático es verdaderamente incomunicable, por eso los escritores masónicos afirmaban que no les preocupaba en absoluto que los profanos conocieran sus ritos hasta en los menores detalles, pues afirmaban que el secreto masónico no había podido ser penetrado, porque habían utilizado la razón y no los sentimientos.

      El mecanismo psicológico por el cual operan las diversas pruebas, terroríficas o extrañas, que se encuentran en todas las sociedades secretas de Misterios, y que parecen absurdas a quien las estudia de manera superficial, es aún bastante mal conocido. He aquí la teoría que sobre el particular escribe J. Boucher, otro masón eminente: “Los ritos obran por una suerte de impregnación del subconsciente, al que dan un poder y una eficiencia reales.” 

     Por la iniciación, el ser se realiza, pues, de una manera auténtica, hace pasar sus posibilidades latentes de la potencia al acto. Una vez alcanzada, la iniciación se hace permanente, sigue siendo un estado adquirido de una vez y para siempre y, según los adeptos, que nada podrá borrar; tanto es así que, para René Guenón, es absurdo hablar de un “ex masón”, puesto que la cualidad de masón es inamovible. En suma, el proceso iniciático es triple: se necesita una aptitud inherente al individuo, que quede impregnado su subconsciente, para lo cual el iniciado debe trabajar duramente buscando su realización individual.




Ceremonia de iniciación

     Los ritos iniciáticos son esencialmente pruebas físicas y morales, que pretenden influir sobre el psiquismo del individuo. Se desarrollan a veces en público (por ejemplo los ritos que señalan el paso de la adolescencia a la edad adulta entre los pueblos primitivos), pero, más a menudo, en secreto. Los ritos iniciáticos practicados por las sociedades secretas son, por definición, Misterios que el neófito (del  griego “neós”, nuevo y  “photós”, luz; literalmente  “nueva luz” o el que recientemente ha visto la luz) se compromete por juramento a no revelar jamás a los profanos.

     Se considera que los ritos iniciáticos tienen eficacia por sí mismos, sin atender a la categoría moral del que los realiza, como ocurre con el catolicismo, donde los sacramentos no dependen de la ética o del comportamiento del sacerdote que los imparte.

      Pero la diferencia capital con los sacramentos cristianos, como el bautismo,  que obra sean cuales fueren las disposiciones del neófito, el rito iniciático queda sin efecto si no se confiere a un individuo iniciable, es decir susceptible de ser iniciado. Por último, siempre acuden al simbolismo. Todo rito posee además un sentido simbólico que únicamente los iniciados son capaces de interpretar.




El Iniciado. De Dumaker

     El iniciado -al contrario del místico que alcanza enseguida la plenitud de la intuición-  adquiere el conocimiento sólo progresivamente. La vía iniciática es activa, larga y laboriosa para el individuo que la aborda. De ahí la existencia de una jerarquía en todas las organizaciones iniciáticas. Los diversos grados marcan las etapas sucesivas de la Iniciación, los grados relativos de perfección alcanzados por los iniciados.

Iniciación y esoterismo.

    La palabra esoterismo procede del griego eisôtheô (literalmente “hago entrar”) y el significado del término se desprende inmediatamente de su etimología. Según J. Marquès Rivière  hacer entrar es abrir una puerta, ofrecer a los hombres del exterior que penetren en el interior; simbólicamente, es revelar una verdad escondida, un sentido oculto. De hecho, todos esos sentidos están contenidos en ese vocablo que significa exactamente una doctrina secreta, una explicación del mundo revelada en una asamblea selecta, aislada del exterior y de la multitud y muy a menudo, de la boca al oído.

     Hemos visto que la iniciación no es en sí misma conocimiento, y que los diferentes Misterios jamás consistieron en la exposición dogmática de una doctrina, sino en una serie de ritos y operaciones destinadas a dar al individuo la sensación de una muerte, seguida  de una resurrección, de un nuevo nacimiento.

     Con el paso del tiempo los diversos rituales y ceremonias se han dotado de símbolos de asombrosa plasticidad que hacen menos tensos los ritos y las pruebas en la mayoría de los Misterios. Todas las iniciaciones comienzan con un viaje en las tinieblas, en el curso del cual se ofrecen escenas aterradoras a las miradas de recipiendario, se le aplican diversas pruebas destinadas a darle la sensación de que muere. Decía Plutarco acerca de las iniciaciones de las antiguas escuelas de Misterios: “El alma, en el momento de la muerte experimenta la misma impresión que los que están iniciados en los grandes Misterios. Primero son carreras al azar, peligrosos recodos, marchas inquietantes y sin fin a través de las tinieblas. Luego antes del final, el terror llega al colmo; escalofríos, temblores, sudores, fríos, espanto...



La impresión de muerte se obtiene empleando métodos más o menos brutales, por medios sumamente diversos; pero existe siempre. Le sigue casi inmediatamente una subida hacia la luz, una iluminación brusca; como continúa relatándonos Plutarco: “...pero luego se ofrece a los ojos una luz maravillosa, se pasa por lugares puros y prados en los que retumban las voces y las danzas; palabras sagradas, apariciones divinas, inspiran religioso respeto. Entonces el hombre, ya perfecto e iniciado, hecho libre y paseándose sin impedimento, celebra los Misterios...




Los mundos paralelos del surrealismo - Victor Safonkin

     En efecto, como el lector ya habrá imaginado, estamos describiendo una experiencia extática, una alucinación semejante a la que durante miles y miles de años experimentaron los chamanes, cuyos restos todavía podemos observar en los siberianos.

      Estas experiencias alucinatorias -en las que el individuo siente como si su alma abandonara su cuerpo, saliendo de su boca en forma de pequeño animal, para partir volando por el interior de un túnel oscuro, donde le acechan toda clase de peligros y monstruos con los que tiene que luchar y vencerlos si quiere llegar al final del túnel, donde la luz blanca resplandece indicando que es el paraíso donde habitan nuestros antepasados, los cuales nos beneficiarán con el don de la Providencia y la fertilidad de los campos y animales- serán después interpretadas por la razón y la lógica, afirmando los teóricos que con esto se consigue la purificación del ser, que muere a sus deseos profanos para llegar a ser una criatura perfecta. Esto se podrá afirmar, por ejemplo, de la Gran Obra Espiritual de los alquimistas, con la que se consigue una “iluminación” que nos permitirá encontrar la “Palabra Perdida”, es decir, el conocimiento que nuestros antepasados perdieron, no se especifica porque, ni cómo, pero siempre parece como un castigo por la “Caída” del hombre, se supone que en el pecado, aunque tampoco se especifique cual, ni cómo.




El túnel hacia el Más Allá imaginado por El Bosco

     Así, pues, todos los adeptos a los Misterios aseguran que con las alucinaciones se consigue el acceso a la “Sabiduría Perdida”, de la cual sólo quedan reflejos en el hombre, concretamente en su corazón, bajo la forma de un espejo roto, la fragmentación del cual todavía deforma más el primitivo “Conocimiento” puesto que el hombre toma cada uno de estos trozos dispersos como un todo, dicho esto en palabras del masón G. Persigout.

    Según René Guénon el esoterismo es anterior a la misma Religión, es el conocimiento de una Tradición Secreta transmitida y revelada a través de los tiempos. Es tan antigua, según los esotéricos, que es anterior al mundo en que vivimos, y su transmisión se ha producido regular e ininterrumpida por los adeptos, que forman una especie de cadena horizontal en el tiempo, mediante la cual han conservado el patrimonio original a través de los estadios sucesivos de la humanidad. Algunos, como los Rosacruces del siglo XVII y René Guénon, afirman que el “Conocimiento Secreto” proviene del mundo inmaterial, del Más Allá, donde existe un Centro Supremo donde está depositado el saber inmutable de la Tradición Primordial.

    Los que así piensan son llamados ocultistas, pensadores que han desarrollado su propio sistema filosófico-religioso de comprensión del mundo, preguntándose cosas como: ¿Por qué hay algo, en lugar de totalmente nada? ¿Cómo fue creado el mundo? ¿Por qué existimos? ¿Por qué reina el mal en la tierra? ¿Cuál será la suerte del hombre y del universo?...




Desde el principio el hombre ha querido conocer las causas de su origen, el fin de su existencia y su destino después de la muerte; y en todos los tiempos hubo sociedades secretas cuyos afiliados pretendieron estar en condiciones de comprender las leyes que rigen al mundo y poseer el Secreto Inefable que permite resolver el problema fundamental. ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos? He ahí los tres interrogantes cruciales que se han planteado a muchas mentes que han dominado “conocimientos” como la teología, teúrgia, magia antidemoníaca, astrología, alquimia... A estos interrogantes de la humanidad, hemos de adjuntar –según los ocultistas- otra característica humana: el deseo innato que tiene el hombre de poseer un poder sin límites.

      Por lo demás, es un error confundir iniciación y doctrina secreta. Así, por ejemplo, la Cábala es una filosofía secreta y no una iniciación. Las teosofías se preguntan por el origen del ser humano y del universo, así como su finalidad. Todas las teorías secretas defienden las tesis clásicas del Ocultismo: el mundo natural –falso y perecedero- tan sólo es reflejo del verdadero mundo sobrenatural; los sentidos sólo nos proporcionan imágenes falsas de cosas invisibles; existe una analogía entre el Universo (macrocosmos) y el Hombre (microcosmos), y las mismas leyes rigen su funcionamiento; defienden las teorías de la Creación que afirman que todo surgió de la unión de un principio masculino y de un principio femenino y hallan la antigua doctrina del Huevo del mundo, que contiene desde el comienzo, en estado de gérmenes, todos los seres que se desarrollarán y luego se diferenciarán mediante múltiples despliegues.




Microcosmos y Macrocosmos

       Las diferentes corrientes del Ocultismo han ejercido una influencia mucho más importante de cuanto a simple vista pudiera creerse: desde la más remota antigüedad ha existido una sucesión ininterrumpida de organizaciones más o menos secretas cuyos adeptos cultivaron las Ciencias Misteriosas.

    Toda esta sabiduría esotérica tiene un eco lejano en ciertas ceremonias religiosas de las religiones oficiales, que por definición son instituciones exotéricas, es decir, abiertas a todos sin distinción, en tanto que las sociedades iniciáticas son esotéricas, es decir, reservadas a los que poseen una calificación particular. En ciertos casos, el exoterismo y el esoterismo coexisten en el seno de un mismo grupo; entre los mormones, para tomar un ejemplo moderno, existen dos tipos de ritos, los ritos públicos o exotéricos, accesibles a todos (los llevados a cabo todos los domingos por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en sus capillas) y los ritos sagrados o esotéricos practicados en los templos (los que constituyen la llamada Iglesia del Primogénito), a los cuales solo pueden asistir los sacerdotes (Sacerdocio de Melquisedec, Sacerdocio Aarónico y mujeres, que sean consideradas dignas por la jerarquía eclesiástica, acreditada por una recomendación especial para poder ingresar).



 

Ocultista de Beinth Uhno. Fuente: Unho

     Sin embargo, lo más normal es que las iglesias empeñaron una lucha sin cuartel contra los cultos secretos y las doctrinas reservadas a iniciados, basta con recordar la lucha despiadada que el catolicismo llevó, desde su fundación, contra el esoterismo  y los cenáculos iniciáticos.

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