La gran divergencia

     En un artículo de Josep Fontana titulado Más allá de la crisis (PDF en catalán. Publicado el 09-02-2012 en Sociología crítica) se explican los asuntos que nos oculta la clase dominante y cuáles son sus intenciones de controlar totalmente, no tan solo el poder económico, sino el político. La crisis "económica" es de origen político, diseñada por la derecha y puesta en práctica por partidos políticos al servicio de la burguesía financiera y en contra del pueblo que les ha votado.


Josep Fontana. ElPaís. Fot de Marcelino Sáez

    El artículo resume parte de su libro Por el bien del Imperio (2011) que trata sobre el origen del estado de bienestar como una recompensa a los trabajadores occidentales, convertidos en soldados, que derrotaron al fascismo y al totalitarismo; así como de la supuesta guerra fría contra el ascenso del comunismo ateo, que en realidad se nos muestra como el instrumento del dominio y control americano del mundo; finalmente, el libro trata sobre la caída de la URSS y la desaparición del Pacto de Varsovia no se ve correspondido con la desaparición de la OTAN, lo que nos da luz sobre el verdadero fin de este pacto militar: la sumisión del resto del mundo a los intereses de los capitalistas occidentales y la intervención de Estados Unidos en el mundo y, finalmente, la involución que se vive desde la década de 1970 en relación a los derechos sociales, el bienestar social y democracia como consecuencia del triunfo del neoliberalismo . Puede ver el orincipio de un resumen sobre el libro en El Imperio del Mal.



La visión optimista de la historia

     Las generaciones anteriores a los jóvenes de hoy en día fueron educadas con una visión de la historia que hacía del progreso la base de una explicación global de la evolución humana. Todos asumían que la humanidad había avanzado en el terreno de la producción de bienes y riquezas hasta la abundancia de los tiempos modernos, a través de las etapas de la revolución neolítica y la revolución industrial. Después había venido la lucha por las libertades y por los derechos sociales, desde la Revolución francesa hasta la victoria sobre el fascismo en la Segunda Guerra Mundial, que permitió el asentamiento del estado de bienestar.



    Esta visión, tan optimista, es la que los anglosajones llaman la visión whig de la historia, según la cual se representa el pasado como una progresión inevitable hacia cada vez más libertad y más ilustración. Relativamente esto podría ser verdad, pero no era, como se nos decía, el fruto de una regla interna de la evolución humana que implicaba que el avance del progreso fuera inevitable. Teníamos la ilusión de que la historia estaba de nuestro lado y la cruda realidad nos estalló en la cara.


Las libertades se ganan luchando contra la burguesía

    En realidad, las conquistas sociales del pueblo fueron la consecuencia de unos equilibrios de fuerzas en el que las victorias conseguidas eran menos el fruto de revoluciones triunfantes, que el resultado de pactos y concesiones obtenidas de las clases dominantes, a menudo a través de los sindicatos, a cambio de evitar una auténtica revolución que transformara completamente las cosas.


La policía está pagada por el dinero del pueblo y no por los banqueros. El gobierno está al servicio de la banca y de los empresarios. Hay que atemorizarlos de nuevo hasta expulsarlos de los sillones donde se han empotrado

      En palabras de Josep Fontana: "Para decirlo simplemente, desde la Revolución francesa hasta los años setenta del siglo pasado las clases dominantes de nuestra sociedad vivieron atemorizadas por fantasmas que perturbaban su sueño, llevándolos a temer que podían perderlo todo a manos de un enemigo revolucionario: primero fueron los jacobinos, después los carbonarios, los masones, más adelante los anarquistas y finalmente los comunistas".


Ejecución del rey Luis XVI


La burguesía guillotina a sus nobles

    Por tanto, los beneficios sociales fueron el fruto de un pacto político durante la guerra fría. Ahora los capitalistas han perdido el miedo al pueblo y no tienen ningún inconveniente en confesar que nos engañaron: que no se trataba de establecer un sistema que nos garantizara un futuro indefinido de mejora para todos, sino que sólo les interesaba neutralizar los disidentes mientras eliminaban cualquier riesgo de subversión.


Los capitalistas han perdido el miedo al pueblo


Il Quarto Stato de Giuseppe Pellizza da Volpedo (1901)



      En los años setenta del siglo pasado, después de comprobar que ni los comunistas estaban por la revolución del 68 y, además, habían aplastado la de Praga, el poder financiero perdió el miedo a la revolución y los burgueses decidieron que no necesitaban seguir haciendo concesiones. Y así siguen hoy, pero, peor.

      Josep Fontana cree que esta afirmación se puede ver mejor estudiando el periodo de 1945 a 1975, época durante la cual los países desarrollados hicieron un reparto más equitativo de los ingresos, lo que permitió mejorar la suerte de la mayoría. Los salarios crecían al mismo ritmo que aumentaba la productividad, y con ellos, crecía la demanda de bienes de consumo por parte de los asalariados, lo que conducía a un aumento de la producción.


La policía ataca la manifestación obrera en Haymarket, Chicago, 1886

     Dice Fontana que "los patrones pagaban a sus trabajadores lo suficiente para que estos compraran lo que sus patrones vendían". Era una democracia de clase media que implicaba un contrato social no escrito entre el trabajo, los negocios y el gobierno, entre las élites y las masas, que garantizaba un reparto equitativo de los aumentos en la riqueza.

Dossiers polítics de La Velleta Verda:

·     Futuro fatídico
·     El Imperio del Mal
·     El Imperi del Mal
·     Espanyoliste Nº 2
·     Espanyoliste Nº 1
·     Espanyolistes
·     Nacionalismes

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