Alegoría del amor

  El Bronzino  (1503-1572) es un pintor italiano, destacado entre los representantes del manierismo, refinado, intelectual y áulico.

     La obra no tiene título pero se la conoce como “Alegoría del triunfo de Venus” o “Alegoría del amor”. Fue realizada por el artista italiano Angelo Bronzino, pintor oficial de los Médicis, a mediados del Siglo XVI, como regalo de Cosme I de Médicis para el rey de Francia.


     Me ha gustado sobre manera el estudio que hace la página Venus Rex, de la cual reproduzco sus imágenes y la interpretación que hace de la pintura titulada (otro título) Alegoría de la Lujuria (c. 1545), de Bronzino, que se expone en la National Gallery de Londres.

     Agradecerle, por otra parte, las maravillosas reproducciones que ha conseguido de la obra de El Bronzino.


Alegoría de la Lujuria (c. 1545),  Bronzino. National Gallery, Londres.

      Es un cuadro erótico aunque el autor no pretenda exaltar el sexo, sino ofrecernos un ejemplo moralizante, a través del uso de símbolos. No hay una interpretación oficial sobre este cuadro. Existen tantas interpretaciones como años que nos separan de su creación, dicen algunos.



     La pintura representa a Venus y cupido besándose, mientras la diosa tiene un fruto en la mano, símbolo de la tentación. El cuerpo femenino aparece lánguido, como si se dejase ir, con lo que se entiende que la diosa está entregada al juego erótico. La contorsión de Cupido es bastante clara y no requiere ninguna palabra, aunque lo cierto es que yo no entiendo el significado de dicho retortijón (¿?).



     El niño risueño -el Placer- celebra la unión de los amantes y se dispone a cubrirlos con los pétalos que lleva en las manos. Detrás de él aparece una niña extraña, un ángel pero con escamas en el cuerpo, que ofrece miel a los amantes y, en su mano izquierda, sostiene un aguijón de alacrán. Representa el Engaño.




     Nos advierte que nos podemos enamorar de personas que pueden parecernos bellos seres al principio, pero que luego pueden terminar siendo verdaderos monstruos y destrozarnos el corazón.






     Detrás de los amantes, del lado izquierdo, hay una figura que grita y que padece un terrible dolor. Se trata de Sufrimiento, que en este caso advierte al observador los peligros de las enfermedades venéreas (es decir, enfermedades de Venus). Aquí me hubiese gustado que se explicase más densamente el porqué de dicha alusión a las enfermedades de transmisión sexual.



     Otras interpretaciones dicen que representa todo lo malo del amor. Como los celos, el amor no correspondido, la infidelidad, el extrañar, el abandono y demás.

    El autor sostiene que las máscaras, debajo de Placer, representan los rostros de una ninfa y de un sátiro, y simbolizan el desenfreno (e incluso la violación), pues, como es sabido, los sátiros son depredadores sexuales y las ninfas generalmente son sus víctimas. Aquí estoy más de acuerdo con su interpretación, no por nada, ya que no soy ningún experto en el tema, pero me parece lógica su explicación.





     Por último, en la parte superior del cuadro vemos un anciano y una figura que sostiene en sus manos un velo azul. Se trata de Tiempo y Olvido. Hay que notar cómo Olvido intenta ocultar el acto, tarea que le impide Tiempo.

     A fin de cuentas, el cuadro no es tan licencioso como se ha supuesto. Todo lo contrario. Bronzino (1503-1572), su autor, ha querido advertir al observador los peligros de la concupiscencia.

El juicio de Paris

     Cuando Venus nació, despertó los celos de todas las diosas, a causa de su gran belleza. Entre las más preocupadas se destacaban Hera (Juno)  y Atenea (Minerva). Esto iba a generar futuros conflictos entre los Dioses.



Enrique Simonet Lombardo (Valencia, 1866–Madrid, 1927), El Juicio de Paris, 1904. Óleo sobre lienzo, 215×331 cm. Museo de Málaga.

     Eris, la Diosa de la Discordia, estaba enfurecida por no haber sido invitada al casamiento de Peleo y Tetis (donde asistieron todos los Dioses menos ella) y decidió armar una pelea entre sus invitados como venganza. Fue entonces cuando creó una manzana de oro a la que marcó con la leyenda: "Para la más hermosa". Luego, la tiró donde la pudieran ver las tres Diosas que se consideraban las más bonitas (Afrodita, Hera, Minerva). Cuando la vieron, cada una empezó a decir que era de ella. Se armó un gran pleito, que tuvo que intervenir Zeus proclamando: "Esto que lo resuelva Paris".



Anton Raphael Mengs (1728–1779), El Juicio de Paris, 1757. Óleo sobre lienzo, 226x295cm. Museo Hermitage.

      Cuando las diosas vieron a Paris, creyeron que iba a ser un hombre fácil de persuadir y deciden sobornarlo. Hera lo llamó aparte y le dijo: “Si me escoges a mí, te hago dueño de toda el Asia”. Atenea por su lado, le dijo: “Si me escoges a mí, te vuelvo un sabio y hago que ganes todas las batallas que tengas con los griegos”. Y Afrodita lo llevó a un rincón y le dijo: “Si me escoges a mí, te doy a la mujer más hermosa del mundo”.

    Paris, sin pensarlo dos veces, optó por la propuesta de Afrodita y le entregó la Manzana de la Discordia.


Darío Ortiz – El juicio de Paris o Paris y las prepago, 2006

     Finalmente salió Paris a buscar a la mujer más bonita del mundo llegando a Esparta.  Tocó en la puerta del palacio de Menelao, que era el rey de allá, y esposo de Helena, precisamente, la mujer más bonita del mundo. Paris decide raptar a Helena, y así se inicia la guerra de Troya. 

     Pero esta es otra historia que os contaré más adelante, queridos seguidores del blog. 



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